jueves, 4 de diciembre de 2008

La Despedida

Estoy algo seco de ideas, así que aprovechare las ideas que tuve en el pasado, espero que disfrutéis con este relato. Salud.

La Despedida



Adiós.
Marcos abrió los ojos de repente, como si una voz dentro de su cabeza se lo hubiera ordenado, aún era de noche, la escasa luz provenía de las farolas de la calle que se filtraban por los agujeros de la persiana, iluminando levemente la habitación, se giró para mirarla, pero no estaba en la cama, cogió el reloj despertador de su mesilla, y los fluorescentes números verdes le indicaron que eran las cuatro de la madrugada, bostezo sin comprender nada, se levanto aún aturdido y lo recordó, por la mañana habían discutido.
********************

La había llamado desde el trabajo, llevaban dos meses preparando aquel fin de semana, irían a Barcelona, a visitar a su hermana y a sus sobrinos, pero el ultimo día los jefes de Marcos le habían pedido que terminara unos informes para el Lunes, lo que significaba tener que trabajar todo el fin de semana y posponer el viaje.
-¿No puedes hacer nada?.- preguntó ella, después de que él le diera la mala noticia.
- Sonia, ¿qué quieres que haga?, es un cliente importante, esa cuenta nos reporta muchos beneficios.- ella soltó un bufido.
- Querrás decir que les reporta muchos beneficios... – aquella entonación era inconfundible, estaba enfadada.
- Lo siento, se que te apetecía mucho ver a tú hermana, pero si sale bien, es posible que ascienda, es mi gran oportunidad.-
- Genial, pero ¿no podían decírtelo antes?.-
- Ha surgido a ultima hora, perdóname, pero ¿qué quieres que haga?...-
- Nada, pero... pero ya tengo hechas las maletas, tenía tantas ganas... –
- Lorena lo entenderá, llámala seguro que... – Marcos no termino la frase, era obvio que para ella era importante ir, no



Entendía porque tenía que quedarse con él, después de todo pasaría todo el fin de semana trabajando y casi ni se verían – oye – comenzó a decir – ¿por qué no vas tú sola?, es tu hermana seguro que tiene ganas de verte, y yo tengo muchas cosas que hacer.-
- Pero, yo quería ir contigo.-
- Lo siento cariño, pero yo no puedo ir, por lo menos este fin de semana, a demás es una tontería que sacrifiques el fin de semana por mi, vete, diviértete, yo estaré bien, no se te olvide dar un beso a tu hermana y a los niños de mi parte...- durante unos instantes pareció que la línea telefónica se hubiera cortado, Marcos estuvo a punto de hablar cuando Sonia dijo.
- Esta bien, iré.- lo siguiente que él escuchó fueron unos pitidos, había colgado sin despedirse siquiera. Marcos miro a su alrededor y dijo
- Adiós, yo también te quiero.- ninguno de sus compañeros levanto la cabeza para mirarlo.
Cuando llego a casa, encontró una nota “la cena esta en el frigorífico, volveré el domingo. Sonia”. La leyó sonriendo, seguía siendo la misma niña de la que se enamoro, aún estaba enfadada ni siquiera se había despedido de él en la nota.
Cenó rápidamente y se puso a trabajar, allí junto al ordenador estaba ella, sonriendo, era una foto antigua, de su primer año de noviazgo, de aquella foto hacía trece años, llevaba unos vaqueros y un jersey rojo, sus verdes ojos brillaban con la ingenuidad de los quince años que tenía, mientras su cabello castaño claro bailaba con el viento, desde el primer día que la conoció, se había enamorado de ella, aunque cada día que pasaba se enamoraba un poco más, era
imposible no quererla. Intentó vanamente trabajar, pero no podía, no tenía ganas, así que decidió acostarse, para levantarse temprano por la mañana y poder continuar con la cabeza ya más despejada.

********************


Eso había pasado antes de que esa extraña sensación lo despertara, se recostó en la cama y pensó en ella, sintió pena al no haberla acompañado, y decidió que al día siguiente iría al centro comercial, para comprarla algo, eso no lo compensaría, pero al menos dejaría de estar enfadada con él. Cerró los ojos mientras pensaba en ella...
Abrió los ojos de inmediato, miró el reloj asustado, al observarlo soltó un bufido.
- ¿Quién hace visitas a las cinco menos cuarto de la madrugada?.-
Se levanto mareado, parecía que hoy no podría dormir del tirón, se calzo las zapatillas de andar por casa y salió de la habitación deseando despertarse y serenarse antes de abrir la puerta, sin saber que lograría uno de sus deseos, pero a costa del segundo.
Al pasar por el salón, se tropezó con un sillón por culpa de la poca luz golpeándose en el dedo meñique del pie izquierdo, ahogo una maldición y golpeo la butaca de piel con el puño, así consiguió despertarse, pero no calmarse.
El timbre volvió a sonar con insistencia y Marcos maldijo para sí mismo al inventor del timbre y a la persona que lo molestaba a esas horas.
- Ya va, ya va... – dijo sin ocultar su enojo.
Caminó cojeando hasta la puerta, sin dejar de gruñir y quejarse, la abrió de sopetón, allí estaba sonriéndole, con aquellos preciosos dientes, que parecían aún más blancos al contraste con sus rojos labios, mientras le miraba con sus dulces ojos verdes.
- Hola.- dijo simplemente y pasó a su lado, entrando en la casa.
- ¿Qué haces aquí?...- preguntó desde la puerta sin creérselo.
- Vaya recibimiento, creía que te pondrías contento.- dijo ella mientras encendía la luz del salón y dejaba su abrigo beige encima del mismo sillón con el que había tropezado su marido.
- Lo estoy, pero te creía en Barcelona, ¿qué ha pasado?... – ella se giro mientras se quitaba el jersey.
- Cambie de opinión – se dio la vuelta y lo miro – además, no me había despedido de ti... ¿no vas ha cerrar la puerta?... –
- ¿Qué? – se dio la vuelta y vio que la puerta aún estaba abierta – ah, si... – la cerró y se acerco a ella.
- ¿Seguro que esta todo bien?.- preguntó de nuevo.
- Que si pesado, tan solo me di cuenta que prefería estar contigo que con mi hermana.- Marcos sonrió.
- Me alegro, pero te vas a aburrir, tengo mucho que hacer.-
- Da igual, al menos estaremos juntos, hace mucho que no tenemos tiempo para nosotros.-
- Es verdad – dijo acariciándose el pie dolorido - ¿dónde esta tú maleta?.- dijo de pronto.
- Esta en el coche.-
- ¿La has dejado en el coche?, voy a subirla... –
- Déjala – dijo mientras se acercaba a él y lo besaba – ya la subiremos mañana, ahora tengo ganas de ir a la cama.- su marido la sonrió, no iba a desobedecerla otra vez.

Comenzaron a amarse como tantas veces habían hecho antes, se entregaba el uno al otro, sin poner reparos en lo que daban de si mismos, bailando una música que solo ellos escuchaban, al principió despacio, pero cada vez más deprisa hasta que fueron compensándose, convirtiéndose en uno solo. Las manos de él se deslizaron por su cuerpo repasando toda su anatomía, mientras
acariciaba su suave piel, ella buscaba su boca, ansiando aquel sabor picante de sus labios.
Se enredaron en las sabanas, mientras cada uno buscaba al otro, pidiendo más de lo que daba, acariciándose, besándose, amándose como nunca se habían amado, durante todo lo que quedaba de noche, mirándose hasta que el sueño pudo con ellos.
La suave luz del amanecer, se deslizaba por la habitación como la caricia de un amante, como las caricias que se había entregado aquella noche, en la cama había dos cuerpos, desnudos entrelazados, tapados levemente por una sabana de bruma.
Ella dormía tranquila, con el pecho subiendo y bajando rítmicamente, tenía el rostro iluminado y una dulce sonrisa tatuada en sus rojos labios, se castaño cabello caía sobre la almohada, él despierto, jugueteaba con su pelo mientras observaba su cuerpo desnudo y olía su aromática piel, mientras imaginaba con que verde amanecerían sus ojos.
La luz seguía creciendo, Marcos sonrió al recordar la noche anterior y como se habían amado sin medida, sin importarles el pasado o el futuro, ni el sol que ahora comenzaba a alzarse templando su piel.
El teléfono comenzó a sonar, y él se giro como despertando de un dulce sueño, se levanto despacio, intentando no despertarla, cuando salía de la habitación escuchó.
- Adiós.-
- No tardare.- dijo él sonriéndola, pero ella se había dado la vuelta.
En el salón, volvió a ver el sillón contra el que se había golpeado, y encima, él abrigo y él jersey de Sonia, descolgó despreocupadamente.
- Si, ¿quién es?... – a la otra persona parecía que le costaba hablar, pero al final dijo.
- Marcos... soy... soy Lorena, ha habido un accidente... – Marcos se giró, su corazón se paró al ver que encima del sillón no había nada.

5 comentarios:

LaVito dijo...

Qué bonito y qué triste, se va enfadada y vuelve a decir adiós, ojalá todos pudieramos despedirnos.

LaVito dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sKafandra dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
sKafandra dijo...

Conversación por el messenger mientras leo el relato:

Paco dice:
no me cuentes nada pero voy por la mitad y me está dando un mal rollito de la hostia...
Se acabo la vida bohemia dice:
ah
Paco dice:
¡¡¡¡QUÉ CABRÓN!!!
Paco dice:
SE ME SALTAN LAS LÁGRIMAS CABRONAZO
Se acabo la vida bohemia dice:
sorry XD
Paco dice:
qué fuerteeeeeeee
Paco dice:
ya me olía yo algo
Se acabo la vida bohemia dice:
te gusto?
Paco dice:
sí joder, está genial...
Se acabo la vida bohemia dice:
ponlo en el blog
Paco dice:
vale vale

Topito dijo...

Oye???
Esto sigue vivo???
Aqui ya no escribe nadie??